La ópera es drama. Es comedia. Es risa, es llanto. Todo esto tiene su origen en el melodrama del siglo XVI, que primero, aa través de trovadores, y luego ya en presentaciones teatrales, se fue consolidando en Europa occidental. El gran cambio llegó cuando se comenzó a hacer este tipo de melodramas, pero enteramente en música. Ese fue el origen de la ópera.
Se considera que la primera ópera fue italiana, pues está documentado que Dafne, una obra del año 1594, se presentó solo de forma cantada. Esta es una obra compuesta por Jacopo Peri, aunque con libreto de Ottavio Rinuccini. Ya esta ópera era en italiano, aunque se presentó en el mundo florentino.
El italiano como norma
En general, el italiano era la lengua de la Toscana, pero los diferentes países que ocupaban toda la península itálica lo fueron incorporando como una lengua oficial, mas no vernácula. En la práctica, los mal llamados dialectos eran los que hablaba la gente.
Sin embargo, en el mundo de la ópera, poco importaba. El italiano, con el pasar de los siglos, se fue convirtiendo en el único idioma en el que se hacía ópera, y esto no fue solo en Italia. Cuando la ópera comenzó a popularizarse en Francia y en los países alemanes, tardó mucho en consolidarse en otros idiomas que no fueran el italiano.
Tradición lírica
Hay quienes dicen que la ópera italiana no se puede circunscribir solo a los autores italianos, sino también a aquellos extranjeros que mantuvieron al italiano como la lengua de sus creaciones. Sin embargo, esto es mucho más abstracto, porque ya en el siglo XVII y con la revolución de Mozart, muchos artistas empezaron a componer en sus lenguas nacionales sin menoscabo del italiano.
Independientemente de eso, la tradición lírica quedó. El italiano se sigue usando incluso en la actualidad y nunca pasó de moda, pues particularmente en el Ottocento y el Novecento, se consolidó a través de grandes autores como Rossini y Verdi, además de Puccini.
Todos estos autores hicieron una ópera italiana más madura, compleja y representativa de la italianidad, ya en directa contraposición a otros autores franceses, alemanes e incluso otros países europeos. Esto forjó la identidad del italiano en la ópera y le quitó la categoría de élite impuesta, para pasar a ser una muestra más de la riqueza de la lengua italiana en el mundo.
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